En España hay ya más de diez millones de clientes de fibra óptica. Con la intención de Telefónica de eliminar el ADSL de todas las poblaciones con más de 1.000 habitantes en 2020 y el cierre de las primeras centrales de ADSL en Madrid y Barcelona, el destino de las mismas parece claro. En los próximos cuatro años, conforme se vaya desplegando toda la red, se irán cerrando poco a poco. Algo que ya han podido hacer en los casos en los que los operadores alternativos no dependían de dicha línea.
La idea que hay detrás del cierre de estas centrales es la de reducir costes de mantenimiento de tecnologías obsoletas. Eso no quiere decir que los edificios donde se encuentran vayan a desaparecer o venderse, en la mayor parte de los casos seguirán perteneciendo a Telefónica sólo que cambiarán de usos. Ya en la actualidad es habitual que las centrales de ADSL se encarguen también de otros aspectos por lo que el cambio no será tan notable. Aun así, lo más probable es que no sea hasta los últimos días del plazo que se cierren la mayor parte de las centrales y España se convierta, tras Andorra que ya lo hizo en 2012, en el segundo país de Europa en sustituir el ADSL al completo por la fibra.
Echando un vistazo a estas ofertas podemos ver como ya la fibra óptica se está posicionando en precios a unos niveles similares a los del ADSL, aunque este tenga menor velocidad y mayores problemas. El desarrollo de la fibra óptica se mantendrá en esta estrategia, igualando precios en lo posible por un servicio de una mayor calidad. Otra de las tendencias más llamativas es el auge de paquetes combinados, especialmente de la televisión de pago vía streaming como el caso de la recién llegada Netflix que se ve beneficiada directamente por la mayor velocidad que ofrece la fibra.
Otra de las fórmulas de desarrollo de la fibra óptica en nuestro país fue la utilizada por Teléfonica que migró automáticamente a sus clientes de ADSL a fibra en los casos en los que tenía cobertura el pasado año 2015, tras realizar una pequeña subida de precios. Tras esta estrategia se encuentra el miedo de la compañía de que el resto de operadores abaraten los precios una vez que haya instalado toda la red y se vea obligada a compartirla, tras haber asumido todos los gastos de instalación. Por ello, la actuación de la compañía parece encaminada a sacarle rentabilidad a su inversión lo antes posible.
Mientras, quedan muchos interrogantes por conocer cómo la posible aparición de la tecnología LiFi en los próximos años, que ofrece una velocidad muy superior a la que puede dar la fibra óptica y que puede conllevar que la fuerte apuesta que se ha realizado en nuestro país por la fibra termine en un fracaso. De momento, parece que el desarrollo nos coloca a la cabeza de Europa.