Suena a broma, pero es en serio: la emancipación de los automóviles parece que será una realidad. Una vez se haya extendido el uso de los coches autónomos (los que conducen solos, como el de Google), ¿para qué necesitará la gente tener uno propio?
Mike Hearn, uno de los principales creadores de Bitcoin y ex-ingeniero de software de Google, realiza una extensa teoría sobre el futuro de los coches autónomos.
Hearn cree que si se programa a los taxis, por ejemplo, para que tengan una pequeña ganancia, la gente los utilizaría. Los coches serían capaces de comunicarse con la gente a través de un nuevo sistema de comercio basado en internet, que él llama Tradenet. Por tanto, usando una aplicación podríamos comunicarnos con ellos, sin existir ningún tipo de inteligencia artificial o consciencia por parte de los vehículos.
Las ganancias iniciales irían a sus creadores y después irían quedándose su propio dinero para el mantenimiento de la maquinaria, gasolina o seguro. Incluso contratarían a programadores humanos para que actualicen sus códigos.
Para asegurar que el sistema funcione y crezca acorde con la demanda, Hearn sugiere los automóviles contribuyan con parte de sus ganancias para que se construyan más vehículos como ellos, para tener «hijos». Estos hijos a su vez contribuirán a pagar una proporción de sus ganancias a sus «padres», como ellos lo hicieron con sus «abuelos» humanos.
En calidad de coches autónomos, éstos podrán inmigrar en búsqueda de trabajo, incluso «morir» si se quedan obsoletos o apagarse un tiempo si las circunstancias lo requieren.
Este entorno autónomo pero colaborativo y pensado para el procomún, me ha recordado a la teoría de Benkler (commons-based peer production), lo cual supondría un desafio severo al pensamiento convencional sobre la economía de la producción y de la producción de la información, porque pone en entredicho el modelo económico, industrial y tecnológico actual.
Tendremos que esperar para saber si, finalmente, los coches tendrán hijos.